Angeles
de Belén
Sumándose al asombro de todas las estrellas
los ángeles bajaron desde el cielo,
para mirar en plena noche
la luz inaugurada de un sol nuevo.
Podían con sus largas trompetas relucientes
-oro pulido de sonoros vuelos-
improvisar, si era preciso, himnos
para anunciar el singular misterio
de aquella nueva luz
que calentaba el frío ritmo del universo.
Cuando llegaron a Belén los ángeles
contemplaron absortos aquel Niño en el heno.
Y aunque con sus trompetas
repartieran mensajes de gloria por el viento,
seguían sorprendidos
por el encuentro
con su Señor, de pronto mínimo entre pañales.
Pero había entre ellos
uno que de antemano conocía
la fecha en que tendría lugar el nacimiento
de aquel amanecer anticipado,
de aquel Dios por su gusto tan pequeño,
y el final de la espera celebraba
la infinita ternura recién nacida viendo.
Uno que se llamaba Gabriel.
José Javier Aleixandre
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El
Àngel de los Niños
Cuenta una
leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer
como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan
pequeño e indefenso como soy.
- Entre muchos ángeles escogí uno para tí, que te está esperando y que te
cuidará.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta
para ser feliz.
- Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y
serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma
que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar
y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
- Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que
regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces
terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos
sollozando...
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tu le dirás : MAMÁ.
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